
21hs: "Los Únicos". Aparece Keira Beltrán (Brenda Asnicar), hija de una pareja de detectives de la Policía. Sabe de armas, es cinturón negro de karate y tiene entrenamiento desde pequeña. Keira no pertenece a ningún organismo, pero tiene la costumbre de mandarse por las suyas a resolver casos para ayudar a la policía. Además posee un don especial: un súper oído, capaz de escuchar hasta a 2 km de distancia.
Ciro (D´Alessandro) se topa con Keira y, al descubrir su don, decide llevarla a la Central. Ella termina ayudando a la brigada en su nueva misión: encontrar un chip que activa una peligrosa máquina que provoca terremotos, encargada al doctor Randall por unos extremistas chilenos. Los chilenos logran capturar a Ciro y Axel (Cabré) y les ponen una bomba. Pero Keira llega a tiempo para rescatarlos y desactivar el explosivo. Soraya (Fontán), impresionada por el accionar de Keira, le ofrece ingresar en la brigada.
23hs: "Maltratadas". Clarisa (Laura Novoa ) trabaja en un laboratorio de análisis clínicos, se había casado muy joven con Alberto (Carlos Santamaria), poco más de veinte años. Alberto es un prestigioso contador. A Alberto le gustaba recibir amigos en su casa, con los que compartía la afición por degustar vinos exóticos y bebidas particularmente añejas. Ella se fue acostumbrando a que, durante esos encuentros, él –delante de sus amigos- se burlara de ella, hiciera bromas permanentes acerca de los supuestos defectos que ella tenía, o se reía de características de su modo de vivir, de pensar, de trabajar. Al principio, ella intentó no molestarse, a pesar de que la situación era desagradable. Hasta que un día, él empezó a combinar todos estos comentarios públicos con un “juego” al que ella no podía resistirse. En cuanto se iban los invitados de la casa o si regresaban tras una reunión fuera de la casa, él se mostraba violento y la violaba apenas entraban al departamento, o incluso comenzaba con el juego sexual –que naturalmente para ella no implicaba la menor diversión- en el pasillo o el ascensor del edificio. Muchas veces, él desgarraba sus ropas, incluso podía llegar a golpearla si ella ofrecía resistencia a sus deseos de sexo violento.